La gran figura del torero de Paracuellos: PAQUITO MUÑOZ


Con la mentalidad de ciudadanos del S. XXI donde la tauromaquia ciertamente pierde adeptos y está cada vez más denostada, puede parecernos que un torero no sea un ejemplo o espejo donde mirarnos, incluso que los más anti taurinos, que cada vez son más numerosos, consideren a los toreros poco menos que salvajes matadores de animales indefensos, nada dignos. Esta es la  interpretación de la realidad social que vivimos en torno a la llamada Fiesta Nacional hoy en día. Sin embargo, hubo un tiempo en que ser torero estaba considerado socialmente como una virtud. El sueño de la mayoría de los jóvenes españoles era convertirse en figura del fútbol o del toreo, ser famoso y ganar mucho dinero. En todas las plazas de los pueblos se jugaba a los toros con muletas y espadas improvisadas. Era común ver a novilleros  saltándose las dehesas donde pacían tranquilamente las vacas y toros para darle algunas muletadas o espontáneos en las plazas de toros que intentaban que algún  apoderado les viese. Por desgracia para ellos, la mayoría nunca consiguieron llegar siquiera a torear alguna novillada. Pero un chaval de Paracuellos sí consiguió hacer realidad su sueño, y no sólo llegar a ser torero, sino una figura de renombre mundial:Paquito Muñoz.
D. Francisco Muñoz Herreros nació en Paracuellos de Jarama el 2 de septiembre de 1928. A los 12 años de edad mató su primer becerro en un festival celebrado en su villa natal, siendo acompañado por Pablo Lalanda y Lalanda, con el que más tarde, siendo ya ambos figuras del toreo, formó pareja durante muchas temporadas gloriosas. Fue tanta la desenvoltura que exhibió aquel mozuelo en aquella becerrada, que esa tarde marcó para siempre su vida posterior. En el mundo de los toros fue conocido por el sobrenombre del torero de la sonrisa perenne. Torero todo simpatía, sonriente, de trato agradable, que siempre alternó con las figuras, puesto que él lo era, con un cartel que muchos toreros envidiaban. Como novillero se vistió de luces por primera vez el 21 de marzo de 1943 en Villafranca de los Barros, pero no haría su presentación en Las Ventas hasta tres años más tarde, el 12 de octubre de 1946, alternando con Manuel Navarro y Chatito Mora con toros de Castillo Higurea. Tomó la alternativa en las arenas del coso valenciano, donde lidió y dio muerte a estoque al toro Trianero, del Hierro de Sánchez Fabrés, cedido por su padrino, Manuel Álvarez Pruaño El Andaluz, en presencia del diestro peruano Raúl Acha Sanz Rovira. Dicha ceremonia se verificó el 23 de julio de 1947. Su carrera taurina fue corta pero intensa, toreando 39 corridas el años 1947; 83 en 1948; 62 en 1949; 50 en 1950 y 25 en 1951. 
Como todas las  grandes figuras del torero también tuvo su pasodoble. En 1948 D. Felipe López Delgado escribió el pasodoble titulado: Paquito Muñoz (qué por cierto está colgado en Youtube para quien lo quiera escuchar). Ese año tuvo que ser uno de los mejores del torero, consagrado en el oficio taurino: decía el periódico la Vanguardia respecto a su corrida en el mes de abril: A las siete de la lluviosa tarde del domingo, e izado como airón glorioso sobre un triar de cabezas, llevaba la multitud en triunfo, Avenida de José Antonio arriba, un muñequito vestido de seda y oro. Era un mocete nacido en Paracuellos de Jarama, partido judicial de la ilustre Cómpluto, que toreaba su primera corrida en España tras una ininterrumpida cadena de éxitos a lo largo de diversas capitales americanas, éxitos que cautivaron en el coso de Lima, donde el arte del chaval alcanzara plenitudes de verdadero «suceso». Paquito Muñoz se llama ese artista, que en la fecha mentada hizo su reaparición en la Monumental — casi llena de público pese al mal estado del tiempo—, montera en mano, en saludo cortés a la inteligente «afición» ante la que iba a actuar. 
Y con tanta afición al mundo del toro, no es de extrañar que se crearan peñas taurinas de Paquito Muñoz fuera de las fronteras de Paracuellos. Así, por ejemplo, se conserva en el archivo municipal una carta enviada el 11 de noviembre de 1948 por D. Jesús Pérez Ortiz presidente del Club taurino Paco Muñoz de Zaragoza agradeciendo al alcalde de Paracuellos su hospitalidad por las inmensas atenciones recibidas en esa localidad con motivo de introducir en ella una imagen de Nuestra Señora del Pilar el pasado mes de octubre, imagen por cierto que aún se conserva en la iglesia. Meses antes, había triunfado junto a Luis Miguel Dominguín en la segunda feria de san Isidro de la historia. Paquito Muñoz salió por la puerta grande de la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid en el año 1952. Ese mismo año, tras unos años de trayectoria irregular jalonada por menos éxitos de los que hubieran sido deseables, unido al hecho de haber recibido una cornada en Barcelona, se cortó la coleta. El 21 de enero de 1953 se casó en la iglesia de la Concepción de Madrid con Margarita Severino, hermana del ganadero salmantino Higinio Luis Severino. 
Una de las anécdotas que nos contó el hijo del chófer de Paquito Muñoz, D. Felipe Velázquez, seguramente ha pasado desapercibida entre los estudiosos del mundo de los toros. Sucedió el 28 de agosto de 1947 cuando se celebraba la Feria de san Agustín de Linares y resultó mortalmente herido el diestro Manolete. Mientras era atendido en el hospital de los marqueses de Linares, parte de su cuadrilla partió hacia Madrid en su coche, un Buick azul de fabricación americana que era el asombro de cuantos lo veían, en busca de los doctores Jiménez Guinea y Garrido, médicos titulares de la plaza de las Ventas. En mitad del trayecto se cruzaron con la cuadrilla de Paquito Muñoz que se dirigía también a Linares porque al día siguiente toreaba en la misma feria. Tras un breve saludo en mitad de aquellas estrechas y solitarias carreteras, y al contarle lo que había sucedido a Manolete y el objeto de aquel viaje, Paquito Muñoz no se lo pensó dos veces y decidió bajar sus bártulos de torear, a su cuadrilla y resto de maletas, y cederles su coche, un Hispano Suiza más moderno y potente que el de Manolete. Probablemente aquel gesto del torero de Paracuellos sirvió para que los médicos llegasen antes a Linares, pero por desgracia no sirvió para salvarle la vida, una de las bolsas de sangre que recibió estaba contaminada, provocándole la muerte.
Pero como les sucede a muchos toreros, reapareció después de 10 años sin torear en la arena de la Plaza de Toros de Barcelona el 24 de junio de 1962. A pesar de que durante la temporada de su retorno a los ruedos apenas pudo firmar ocho contratos. Su última corrida fue el 14 de octubre de 1962,  y le sirvió para ceder la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla al joven diestro Manuel García Palmeño. Tras este fallido intento de reaparición, se retiró definitivamente apartándose del mundo de los toros y fijando su residencia en Toledo. 
Paquito Muñoz nos dejó también muy joven, a la edad de 49 años. Su trágica muerte sigue siendo hoy en día unos de los misterios más apasionantes que envuelven la fiesta de los toros. Una mañana fría y nublada del 12 de noviembre de 1977, en los peñascales que salva el puente toledano de San Martín, en pleno río Tajo, apareció el cadáver totalmente destrozado de un hombre, de aspecto todavía joven, con las señales inequívocas de tratarse de un suicidio. Cuando las fuerzas de seguridad llegaron al lugar, encontraron en el pretil del puente una cartera con los documentos que correspondían a D. Francisco Muñoz Herrero natural de Paracuellos de Jarama. Junto a la cartera apareció una carta escrita a mano que decía: Perdonadme. Llamad a las autoridades en las que hablaba de las causas del suicidio. Cuentan los noticiarios de la época que había llegado a Toledo unos días antes, según manifestaron algunos de sus familiares, y que últimamente padecía frecuentes desvanecimientos y no comía. En los últimos días había perdido de seis a siete kilos de peso. En Toledo se le vio varias veces en un coche Renault-8 anaranjado, de matrícula de Navarra dentro del cual durmió durante las dos noches que pasó en Toledo. 
Lo que aconteció después queda relegado al terreno de la especulación y del misterio más absoluto. Pese a ser una historia que carece de rigor histórico, entendemos que tiene los suficientes argumentos e interés para los vecinos de Paracuellos como para reproducir en estas líneas lo que se cree que ocurrió. El cadáver de Paquito Muñoz estaba prácticamente irreconocible, razón por la cual los familiares optaron por enterrarlo a la mayor brevedad posible, aunque exponiendo ciertas reservas, principalmente porque las piernas del difunto no presentaban las cicatrices que daban fe de las varias cornadas que sufrió el torero en su actividad y porque Paquito Muñoz conservaba intacta su dentadura y aquel muerto carecía de ella. Al día siguiente la prensa se hizo eco de la triste noticia del torero de Paracuellos. Todos los rotativos hicieron semblanzas de su biografía y del triste final que conmocionó a las gentes del toro. Poco tiempo después empezó a circular el rumor de que se encontraba en Méjico, rumor avalado por algunas personas que creyeron reconocerlo. Una de las hipótesis más extendidas es que fue ayudado por un famoso cómico azteca, muy amigo suyo, para fingir un suicidio y desaparecer de la escena nacional, ya que se encontraba con graves problemas familiares y económicos. Que el muerto era un mendigo portugués y que la tarde antes del suicidio se dejó ver por la zona a bordo de un Renault 8 color naranja que dejó abandonado a la mañana siguiente. Ayudado por el famoso cómico mejicano se sometió a una cirugía plástica y tomó una nueva identidad haciéndose llamar Oswaldo Ramos y que en la actualidad aún reside en el país azteca alejado de su anterior vida… 
Los recuerdos visibles en la actualidad de esta figura del toreo  son su casa, convertida hoy en Hostal-Mesón Paracuellosen la calle Real, y la calle de Paquito Muñoz.

Javier Nájera Martínez y Luis Yuste Ricote.
Cronistas Oficiales de Paracuellos de Jarama.

Bibliografía:
NÁJERA MARTÍNEZ, J.; YUSTE RICOTE, L. (2016): Historias de Paracuellos de Jarama. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama, Madrid.

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