… y sobre campana una.
Se acaba el año, y el transito se anuncia con las típicas doce campanadas que vemos y oímos en la Puerta del Sol cada 31 de diciembre. Esta es una de las muchas funciones que tienen las campanas, pero hay muchas más. Les vamos a contar lo que sabemos sobre las campanas que nos acompañan en nuestro día a día.
Cuando los Señores de Paracuellos tuvieron a bien construir la iglesia de san Vicente, así como la de santa Anta en el siglo XVI, y dotaron esta última con un campanario acorde con el santo edificio. Estas campanas tenían el propósito de servir como recordatorio de según qué cosas se producían en nuestro municipio. Repicaban tanto para anunciar las misas, como para advertir peligros, anunciar la muerte de algún vecino, o repicar de júbilo en distintas ocasiones como al inicio de las fiestas o cuando se realizaron las primeras fotografías tomadas en el pueblo.
Una de las cosas que anunciaban las campanas era la elección del equipo municipal a lo largo del siglo XVIII. Se elegía el 26 de diciembre de cada año entre los vecinos que supieran leer y escribir, en lo que ellos llamaban la justicia para el año siguiente. Según los libros municipales de la época, se hacia desde tiempo inmemorial a la salida de la misa mayor de ese día. Se dirigían a rejuntarse en las casas del Ayuntamiento y hechas las suertes (por sorteo puro y duro) se asignaban los siguientes puestos: dos alcaldes antiguos, dos alcaldes modernos, un procurador síndico general, dos regidores antiguos y dos modernos, un alcalde de la santa hermandad y los receptores y cobradores de las bulas de la Santa Cruzada. Después se publicaba en las casas del Ayuntamiento.
Para otros asuntos se hacían concejos públicos a son de la campana como viene siendo uso y costumbre, estando presentes los alcaldes ordinarios, regidores y los procuradores síndicos generales, así como las personas que estuvieran implicadas para el pleno. Estos concejos se hacían por ejemplo para la elección del médico, personas para buscar carnes al fiado o contado, gentes para buscar caudales, la admisión de corregidores o el Juez de Policía.
El 27 de mayo de 1845, las dos campanas de la iglesia de santa Ana fueron colocadas en la de San Vicente. Se recibió en el Ayuntamiento una carta en la que el secretario del Duque de Medinaceli y Santisteban, D. Domingo José Hernando ofrecía, a petición del cura párroco D. Francisco de Paula Sembri. El duque llevado de la exposición juiciosa y Cristiana había decidido trasladar las dos campanas (…) que por su estado ruinoso ningún servicio prestaban a los actos religiosos. La condición que puso es que las pudiera recuperar en cualquier tiempo y circunstancia y que el Ayuntamiento le hiciera un certificado en forma legal donde se expusieran todas estas circunstancias. El 3 de diciembre, el Ayuntamiento en sesión ordinaria y en presencia de toda la corporación, expusieron lo que el duque solicitaba: Aceptan la donación espontánea y generosa, y certificaron que la propiedad de las campanas eran propiedad de dicho Duque en todo tiempo. Para finalizar el acta dándole las gracias: En nombre de la Corporación y común de vecinos el reconocimiento a su tan singular generosidad y filantrópicos sentimientos, dándole las más expresas gracias por este no pequeño favor recibido. Un día después se acordó con el secretario del duque que serían desmontadas, trasladadas y montadas en su nueva ubicación. Y que el coste correría a cargo del dinero que el Ayuntamiento donaba a la iglesia anualmente. Pero movido por la fe u otra cosa, el vecino D. Eugenio Rodríguez se ofreció a realizarlo sin ningún coste, y eso que la operación no debió de resultar nada sencilla debido a las dimensiones de las campanas. Lo de la fe u otra cosa lo decimos porque la corporación municipal acordó un día antes de todo lo narrado, conceder un solar de 12 pasos cúbicos a D. Eugenio Rodríguez porque ha prestado grandes servicios a esta población para la traslación y colocación de las dos campanas (…) en cuya operación nada ha interesado el solicitante, a pesar de que ha sido de no poca utilidad su asistencia. El 9 de enero de 1846 el duque mandó una carta en contestación a la del alcalde donde le exponía que: He tenido grande satisfacción en saber por el atento oficio de Usted que se han colocado ya en la torre de esa iglesia Parroquial las campanas que estaban en la de Santa Ana y que tuve a bien ceder con tal objeto, reservándome su propiedad para poder disponer de ellas cuando crea conveniente. Con este motivo puede Usted hacer presente a la corporación que dignamente preside, que me hallará siempre dispuesto a complacerle en todo cuanto se interesa el mayor lustre y esplendor de nuestra sacrosanta Religión.
Al hacer el actual edificio del ayuntamiento en 1928, se le puso una campana para dividir la vida civil de la religiosa. Así los vecinos sabían la hora, a la par que cuando estaban los funcionarios en el ayuntamiento. Por cierto, hemos de corregir una de nuestras entradas, pues el reloj que nos acompaña, no es el original ni el sustituido en los años 80 del siglo XX que estaba dotado con números árabes, tal y como se aprecia en la fotografía debajo de este párrafo. Así que el reloj tuvo que ser sustituido al tener la esfera dañada por el actual con números romanos en las obras de reforma de principios de este siglo XXI, base a como era a principios del siglo pasado.
Y mientras no aparezca algún documento que diga que el duque de Medinaceli recuperó en algún momento sus campanas, supondremos que estas fueron derribadas, fundidas y hechas munición durante la Guerra Civil, como ocurrió con las demás, un claro ejemplo se aprecia en Ajalvir que corrieron una suerte similar. El saqueo de la iglesia de san Vicente Mártir se produjo a finales de julio y primeros de agosto de 1936. Según la relación de los hechos que se recogieron en la denuncia: fue profanada, saqueada y destruidos los objetos del templo y sus ropas. Posteriormente fueron quitadas las Campanas habiéndose utilizado dicho templo durante todo el periodo rojo para alojamiento de ganados, fuerzas militares así como para vivienda de personal evacuado. El socavón que hicieron al arrojar las campanas fue apreciable hasta finales del siglo XX cuando se restauró la iglesia.
La iglesia de San Vicente, testigo diario de la historia de los paracuellenses desde hace más de 400 años, sufrió una importante remodelación en el año 1986 a consecuencia del deterioro visible y peligroso en que se encontraba. Pero tras la reconstrucción, seguía sin las campanas que desaparecieron durante la Guerra Civil. Solamente en el año 1996, y gracias a la aportación de los fieles, se pudieron comprar dos campanas no demasiado grandes por un importe de 600.000 Pts. Pero el 8 de diciembre de 2004 fue un gran día para los católicos de Paracuellos, la iglesia estrenó un carillón donado por la hermandad del Cristo de la Salud Paracuellos. El carillón está controlado por ordenador y puede recrear melodías de forma automática.
Recordemos que desgraciadamente el 11 de marzo de 2004 se produjo un salvaje atentado en la estación de tren de Atocha, causando la muerte a 191 personas. Preparado por el mismo grupo radical de islamistas que el 11 de septiembre de 2001 estrelló dos aviones contra las torres gemelas de Nueva York y que en esta ocasión, hizo estallar varias bombas en distintos trenes de cercanías. A pesar de la lluvia, el viernes 12 de marzo se manifestaron alrededor de 700 personas por las calles del municipio para mostrar su repulsa hacia el terrorismo, así como el apoyo a las víctimas de la barbarie terrorista y a sus familiares. Fue una manifestación que transcurrió en silencio, roto por el sonido campanas de la iglesia que estuvieron tocando a difuntos mientras transcurría la manifestación.
Como hemos visto, las campana nos acompañan y avisan en multitud de ocasiones de acontecimientos tanto rutinarios como excepcionales del pulso diario en Paracuellos. Son las campanas las que nos anunciarán la entrada y salida de año, y las que ponen fin a las entradas de este blog para este año. ¡Feliz 2020!.
Luis Yuste Ricote y Javier Nájera Martínez.
Cronistas Oficiales de Paracuellos de Jarama.
Bibliografía:
- NÁJERA, J.; YUSTE, L. (2016): Historias de Paracuellos de Jarama. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama. Madrid.
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