Corpus Christi, la precuela de las fiestas.
Un año más los alrededores de la iglesia se vuelven a engalanar con los altares que, de forma voluntaria, ponen algunos vecinos para mantener una tradición que viene de muy lejos. Estos efimeros altares forman parte de un patrimonio inmaterial que habría que proteger de alguna manera. Desde aquí deseamos que algún día sea declarado Bien de interés Cultural, o cuanto menos tenga algún tipo de reconocimiento a sus autores anónimo con la protección de nuestra cultura por parte del consistorio.
Hace unos días que terminaron la fiestas patronales de Paracuellos, celebraciones que llevan realizándose en Pentecostés poco después de la creación de La Cofradía del Cristo de la Salud y San Nicolás de Bari en el año 1750. Es el 1 de noviembre de 1751 cuando se aprueban y refrendan las ordenanzas de la congregación y la Hermandad del cristo de Paracuellos en la ciudad de Toledo, así como desde ese mismo día se instauran las fiestas patronales del Cristo de la Salud, y la dedica a Nuestra Señora de la ribera, que se venera en el convento de S. Luis Obispo, de la orden de descalzos de Nuestro Padre S. Francisco, a extramuros de la Villa de Paracuellos, y San Nicolás de Bari. Serán el primer día de pascua del Espíritu Santo. De esto hace ya 265 años.
¿Y antes de ese momento? Pues bien, hasta entonces se celebraba el Corpus Christi, quedando la centenaria costumbre de poner ese día altares en las calles de nuestro municipio. En el siglo XVII las fiestas del Corpus eran casi tan importantes como la navidad en el calendario cristiano. Sabemos que por aquel entonces Paracuellos, el autor de comedias, D. Andrés de la Vega, junto con su mujer Amarilis (de la que estaba locamente enamorado Quevedo, así como el Duque de Osuna entre otros muchos), alquilaba los trajes que salían en la procesión del Corpus, cuanto menos entre los años 1635 y 1641; las celebraciones del día festivo acababan con la representación de una comedia espiritual.
La representación es probable que se hiciera en un corral de comedias paracuellense, donde, en las fiestas de Agosto de 1625, se representó la obra Las maravillas de Babilonia y, posteriormente, se exhibieron para las mismas fiestas de Nuestra Señora de la Asunción dos representaciones con bailes y entremeses en 1653. No hemos podido localizar el lugar exacto de ese escenario. Puede que no fuese un lugar cerrado, como estamos acostumbrados a visitar en nuestro tiempo de ocio en Alcalá de Henares, sino que creemos más bien que fue un espacio abierto en la plaza que ya no existe en nuestro callejero, la Plazuela del Chorrillo (frente al actual Centro de Salud), pero con un escenario permanente. Otra posibilidad es que las obras teatrales se representaran en la iglesia, costumbre muy extendida durante esta época.
En el siglo de oro se celebraba el Corpus por todo lo alto, y estaba organizada en Paracuellos por la Cofradía del Santísimo Sacramento. Los vecinos se ponía sus mejores galas para asistir a la festividad, que comenzaba el día anterior cuando un sacristán hacía el recorrido de la procesión en la víspera. En la comitiva que acompañaba al sacristán había un extraño personaje denominado mojigón que iba vestido con una botarga (traje de varios colores que posee grandes botones) y llevaba una vara de la que colgaban diversas vejigas de carnero, con las que a menudo golpeaba a los espectadores. El mojigón iba acompañado de una comitiva de mujeres, diablos y ángeles. El sacristán iba indicando el recorrido y los lugares donde se debían colocar una serie de altares. Al llegar la comitiva a la iglesia, se solía realizar un combate simulado entre los diablos y los ángeles.
El día del corpus comenzaba con una procesión por la mañana en la que aparecían dos protagonistas, uno era la tarasca, que representaba el mal e iba delante de la comitiva. La tarasca es un animal fantástico con cabeza de dragón y un vientre de gran volumen que se fabricaba para estas y que movían de tal forma que causaba espanto entre el público de la procesión. La tarasca no sólo era esta figura sino también la mujer que iba delante de la comitiva. Iba vestida y peinada a la moda, además los modelos de peinados de la tarasca eran luego imitados por las mujeres de la corte durante el verano y eran solicitados a peluqueros y diseñadores de moda de la época.
En esta procesión salían, junto a la tarasca, los gigantones (decorados con oro) y la gigantilla, todos ellos muñecos de gran tamaño, que fueron los precursores de los gigantes y cabezudos utilizados en muchos lugares de España, incluido nuestro pueblo, donde han seguido amenizando las estas hasta finales del siglo XX. Cerraba la procesión la Custodia, representando el bien. Se trata de una pieza de oro o de otro metal precioso con forma de torrecilla, donde se coloca la hostia después de consagrada, para adoración de los fieles, normalmente con forma de Sol. Estas custodias eran llevadas a mano por los sacerdotes por tratarse de tan preciado objeto, pues portaban, nada menos, que a Jesús Sacramentado. Había que habilitar lugares de descanso, que se convertían en altares efímeros en los que las paradas se aprovechan para hacer las estaciones del via crucis, altares que se siguen poniendo en los alrededores de la iglesia actualmente.
A partir del siglo XVIII, durante el reinado de Carlos III, se prohibieron por considerar indecentes los autos sacramentales, así como la representación de la tarasca y de las otras guras de la comitiva. Pero los altares callejeros, a pesar de perder su finalidad práctica, se mantuvieron en Paracuellos hasta la actualidad, como actos de ofrenda y honor al Santísimo. Respecto a la procesión, creemos que, se pensó que era mejor transformar la está que perderla definitivamente por culpa de esas estrictas prohibiciones con las procesiones y todo lo que las rodeaba y decidieron seguir con ellas, pero moviendo la fecha diez días antes, es decir al día de Pentecostés. En vez de sacar el cuerpo de Cristo en forma consagrada, sacaban el cuerpo de Cristo crucificado, momento en que creemos que se creó la cofradía de san Nicolás de Bari y el Cristo de la Salud. Es de suponer que por ese motivo se decidieran a sacar las dos imágenes juntas. Al sacar al Cristo de la Salud invocaban al Señor, mientras que con san Nicolás de Bari se pedía por la protección del pueblo, pues ese era el don que Dios le concedió.
Como cotilleo, les contaré que Andrés de la Vega era un autor de comedias de gran pujanza y un empresario teatral próspero. Contaba con dos compañías de representación, una de las doce y otra de la legua. Según se cuenta en su pleito de divorcio de 1639, entre otros muchos bienes, tenía tres casas en Madrid y otra en Paracuellos, donde vivía a veces amancebado con una mujer secreta según Amarilis. Posteriormente el fiscal de Alcalá confirmó que vivía en nuestro pueblo amancebado con María Fernández, conocida en Paracuellos como María de la Vega, comentando: Y además es de edad de cincuenta y tres años; edad que ya le jubila de divertimentos... Los motivos de divorcio según los documentos que hemos visto, era que llevaban casados más o menos veinte años, no le había dado vida honrada y maridable, la había maltratado, no la había sustentado y se había aprovechado de los beneficios que ella había obtenido en sus representaciones, gastándolo con mujeres de malvivir con quien ha estado amancebado, y especialmente con una mujer secreta con quien ha estado trece años amancebado en esta corte y en lugar cerca de ella, donde algunas veces se ha ido a vivir con ella, porque se le hizo causa criminal ante el señor de Alcalá; él por su parte cuenta en su defensa que no hacía vida marital con su mujer desde hacía cuatro años, pero que ella diría la causa, y se mostró dispuesto a concederle el divorcio. A pesar del divorcio siguieron juntos en los negocios.
Todos los años existe el “eterno” debate de si se cambian o no las fiestas patronales de Paracuellos. Como pueden ver existe un precedente. Y por aquel entonces se celebraba el Corpus y las fiestas de agosto.
Luis Yuste Ricote y Javier Nájera Martínez.
Cronistas Oficiales de Paracuellos de Jarama.
Bibliografía:
- NÁJERA MARTÍNEZ, J.; YUSTE RICOTE, L. (2016): Historias de Paracuellos de Jarama. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama, Madrid.
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