El arte de la encuadernación
En la anterior entrada hablábamos de libros. Los amantes de los
libros saben que detrás de ellos, además de los textos, hay algo que los hacen
más atractivos, y esto es su diseño, que gracias a los diseñadores gráficos
obtienen vida, además hay algo en desuso, y es su encuadernación. Hablaremos de
esto ultimo que algo tiene que ver con Paracuellos y es el encuadernador de
cámara D. Santiago Martín Sanz.
El artesano
encuadernador Santiago Martín nació en la villa de Paracuellos de Jarama en
1775, soltero hasta su muerte el 3 de Marzo de 1828 a los 53 años. Hijo
legitimo del matrimonio de D. Joaquín
Agustín Martin y Doña Dominica Sanz. Es muy probable que se formara en el
taller de encuadernación del afamado valenciano D. Pascual Carsí y Vidal pues
algunas de sus mejores obras tenían una influencia inglesa indudable,
característica de su maestro.
La primera obra
documentada de D. Santiago Martín es de 1803, y son muy numerosas las obras que
sin interrupción trabajó hasta su muerte en 1828. Numerosísimos fueron sus
trabajos para la Real Librería, tanto en el reinado de Carlos IV como en el de
su hijo. Fue elegido en 1803 por D. Pascual Fernando Scío, encargado de la Real
Biblioteca de Palacio, para la delicada encuadernación de la numerosa y selecta
colección de manuscritos de los colegios mayores de Salamanca. Trabajo que
desempeñó con todo lucimiento presentando unos acabados comparables a las
más delicadas encuadernaciones inglesas. Un año más tarde, en 1804, se le
nombró encuadernador de cámara, trabajando notoriamente para la casa real,
encuadernando infinidad de obras para Fernando VII, así como para las esposas
de este, María Antonia de Borbón, María Isabel de Braganza y María Josefa
Amalia de Sajonia. De sumo interés resulta la variadísima colección de
monogramas reales, tratados por Santiago Martín. Gracias a las etiquetas
colocadas en los ejemplares que encuadernaba, sabemos que Santiago Martín,
tenía el taller en la calle del Espejo, nº 11 de Madrid. El etiquetado está en
un gran
número de encuadernaciones de transición al
Romanticismo. D. Santiago
Martín prodigaba
sus etiquetas, pero no firmaba nunca sus obras
y es
extraordinario encontrar un ejemplar con
sus iniciales.
Fue Santiago un maestro
de los que
más trabajaron para la Biblioteca Real. No sólo
realizó los
numerosísimos ejemplares incluidos
en sus cuentas, sino muchos más que no aparecen
en ellas, como incunables y libros del siglo
XVI y una gran colección de obras
francesas de la época. Fue muy respetuoso con los volúmenes contemporáneos, pero
no puede decirse lo mismo en cuanto a los antiguos, con los márgenes y grabados
mutilados por su cuchilla, tanto en ejemplares impresos como manuscritos.
Revalidó su título de
encuadernador de Cámara en 1815 por haber justificado su conducta política y por
ser protegido del bibliotecario D. José Ángel Álvarez. Se le nombró en 1817
para ocuparse asiduamente de la limpieza y reparación de los libros de la
biblioteca del rey, y hasta adornó mesas con tafiletes y dorados e hizo
estantes con libros fingidos. En diciembre de 1821 presento en la Sociedad
Económica Matritense un pupitre en forma de libro, en cuyas cubiertas de piel
mostraba su arte de encuadernar; tal es así que consiguió una medalla de Plata,
certificación y anunciación en los papeles públicos como premio y satisfacción.
Como todos sus colegas, perdió su obrador y actuó con las armas contra los ejércitos
invasores; pero el continuo trabajo para palacio, ya que presentó
encuadernaciones superiores a las hechas por él en la etapa precedente.
Concurrió a la Exposición Industrial de 1827 con una encuadernación en tafilete
encarnado que mereció mención honorífica.
Santiago formó dos
buenos discípulos: Pedro Pastor, su regente, que heredó su taller, el
encuadernador gaditano Ballardo, así como Juan Soler, cuyas obras pueden
confundirse con las de su maestro, aunque son más sencillas. La clientela de D.
Santiago Martín debió de ser numerosísima, como se deduce tanto del hecho de
que pudo rehacer con creces su taller, como del elevado número de
encuadernaciones suyas que se conservan en colecciones particulares y en
nuestras grandes bibliotecas.
D. Santiago Martín
falleció en su taller de la Calle del Espejo el tres de Marzo, dejando el
testamento firmado el 25 de febrero de ese año, por lo que suponemos que no le
llegó de golpe, y se veía morir al final de sus días. Su funeral se hizo en la
castiza iglesia de san Ginés, y fue enterrado en el cementerio de extramuros de
la Puerta de Fuencarral. Este paracuellense bien se merece una calle.
El Zoquete.
Bibliografía:
- NÁJERA MARTÍNEZ, J.; YUSTE RICOTE, L. (2016): Historias
de Paracuellos de Jarama.
- LOPEZ SERRANO; M (1943): Libros encuadernadores de cámara. II. Santiago Martín. Arte Español
T. XIV, p. 14-28.
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