Iglesia de santa Ana.

Cuando nos propusimos indagar sobre la historia de Paracuellos, hace ahora 16 años, nos sorprendió sobremanera descubrir que en nuestro municipio habían coexistido al menos tres iglesias, aparte de cuatro o cinco ermitas repartidas por todo el término municipal. Nunca pensamos que un pequeño pueblecito rural de la meseta castellana pudiera tener cierta relevancia como para llegar a tener tres. 
Fotografía de principios del S. XX. Museo de San Isidro. Fondo Documental José Pérez de Barradas.
A la izquierda se puede apreciar los restos de la Iglesia de Santa Ana, en la parte derecha se ve el Palacio de Medinacelli y sobre este la torre de la iglesia de san Vicente Mártir.

Entre los legajos antiguos del archivo, se hablaba con cierta frecuencia de la iglesia de Santa Ana. Al preguntar sobre esto a algunos ancianos del pueblo, no dijeron que si, que efectivamente, había habido una iglesia con ese nombre. Iglesia que se encontraba al final de la calle de Santa Ana que parte de la plaza de la Constitución. Y que fue derruida totalmente después de la Guerra Civil. Nos enseñaron incluso, una foto de la carretera de subida al pueblo, donde sale. 
Todo empezó a cuadrar cuando supimos por fin, dar nombre a las tres torres del popular refrán que Dª. Mercedes García Marcos (1911-2001) y otros vecinos mayores del pueblo recitaban: “Paracuellos tiene tres torres por eso la llaman el engaña pobres”. Que hacía alusión a que, antiguamente, los muchos mendigos que pululaban por los pueblos y que sobrevivían de la limosna puerta por puerta, al ver tres torres en la lontananza, corres­pondiente a tres iglesias, alegraban el rostro. Raudos y veloces se dirigían a nuestra localidad esperanzados en que tanta devoción de sus habitantes habría de traducirse en caridad cristiana y esta necesariamente en plata. Aunque parece ser, por como acaba el refrán, que los pobres mendigantes no cumplían sus expectativas de ganancias.
Las tres torres a la que hace referencia el refrán, ahora lo sabemos, eran la actual iglesia de San Vicente Mártir, la iglesia de San Luís que estaba dentro del convento de los Franciscanos Descalzos, ubicada poco más arriba del actual residencial Jarama; y la iglesia de Santa Ana, que estaba ubicada frente al Palacio de los Duques de Medinaceli. Estas dos últimas desaparecidas en diferentes momentos, víctimas de las amortizaciones que se produjeron a lo largo del siglo XIX.
Al igual que la iglesia de San Vicente Mártir, desconocemos muchas cosas de esta iglesia de Santa Ana, entre ellas el año de su construcción así como la persona o personas que la construyeron. Pero a pesar de que no hemos encontramos documentos sobre ello, tenemos una idea más o menos clara. En el libro Historias de Paracuellos hacíamos alusión a que seguramente era más vieja que la de San Vicente, aunque esto parece que no es así. Porque en 1579 en la relación que manda hacer Felipe II de todos los pueblos de España, no se la nombra. Lo más seguro es que su construcción se realizó entre los años 1590 y 1604, pues sabemos que en 1605 Dña. Guiomar Pardo Tavera, Marquesa de Malagón, donó a la iglesia de Santa Ana, tierras, ornamentos, joyas y obras de Arte. Y esto nos lleva a la tesitura de afirmar que la Marquesa Doña Giomar fue su mecenas, la tuvo siempre muy presente, favoreciéndola económicamente y dotándola de elementos ornamentales de gran categoría.
De las cosas que sabemos, que hacia 1682 la Cofradía de las Ánimas  regentaba la iglesia y se encargaba del manteni­miento ornamental y de los santos Oficios. Esta cofradía desapareció en 1799 víctima de la desamortiza­ción de los bienes eclesiásticos por parte de Estado. La cofradía se mantenía económicamente gracias a la explotación de las tierras cuyo topónimo se corresponde con el nombre de esta hermandad, cerca del actual Berrocales.
Y el testigo lo cogió en 1750 La Cofradía (Hermandad) del Cristo de la Salud y San Nicolás de Bari. Que utilizó la iglesia para sus funciones pero también donde el tesorero de la cofradía depositaba los ingresos de las cuotas de sus socios, que se guardaban celosamente en el arca de tres llaves que se encontraba en la iglesia de santa Ana en el archivo y arca de San Nicolás, y que sólo podía abrirse al juntarse los poseedores de las llaves, denominados los claveros.  
Encontramos en un recorte del 11 de junio de 1771 del Diario de Madrid en el que se dice: En la Villa de Paracuellos, tres leguas de esta corte, con motivo de haberse establecido una hermandad de socorro, con todas las licencias necesarias, intitulada del Santísimo Christo de la Salud y San Nicolás de Bari, se celebra función solemne en la iglesia del Excelentísimo Señor Duque de Medinaceli, propia suya, titulada de Santa Ana, el día primero del aproxima Pas­cua de Pentecostés, ó Venidad del espíritu Santo, y también el tercero, con misa, sermón, y Descubierto. Asisten á la misa, y procesión ambos días por mañana y tarde, un complejo de voces e instrumentos de Músicos profesores de esta Corte. El segundo día de dicha Pascua, se celebra la fiesta anual á nuestra Se­ñora de la Ribera, que se venera en el Convento de Religiosos Observantes de San Gil, en los términos acostumbrados. Tam­bién tenemos más datos sobre sus celebraciones, como la del 8 de noviembre de 1792 que se reunieron para organizar los tres días de funciones que costeaba el duque de Medinaceli: Para poner la lámpara del Ssmo. Cristo se compre una Cantela de Yerro, y que para los tres días de las funciones se da Comisión del Hermano Mayor para que busque ynstrumento y le ajuste de modo que como a su costa durante dichos tres días de funciones de la colocación del Smo. Sacramento y del Smo. Cristo de la Salud y Sn. Nicolás de Vari que costea el Exmo. Sr. Duque de Medinaceli. Y como vemos no faltaba la música, ya que el 18 de noviembre de 1792 la Hermandad se reunió en la iglesia de Santa Ana para pagar el contrato, a un Gaitero y Tamborilero por haber tocado los días 27, 28 y 29 en la función de la colocación del Santísimo Sacramento en la iglesia pa­rroquial de san Vicente mártir por un importe de 150 reales de vellón.

Y con las diversas desamortizaciones que se produjeron a lo largo del siglo XIX, la iglesia de Santa Ana fue uno de los edificios que ya en 1836 se encontraba abandonado, incluso era refugio de mendigos. Gracias a un juicio de conciliación hemos podido conocer su estado. Los hechos ocurrieron el 13 de julio cuando Thomas del Campo discutió con varios pobres que allí había e involuntariamente dio una patada en la barriga a Doña Josefa Pílara refugiada como pobre en la Iglesia de Santa Ana y que se encontraba embarazada de siete meses. Aconteciendo varios dolores cuyos futuros accidentes se ignoran, mas pudiendo resultar de estos la muerte del feto o de la madre. Acordaron que Thomas se hiciese cargo el tiempo necesario de todas las necesidades de la mujer, de la asistencia al parto del médico y cirujano de la villa y de la manutención de la madre y del bebe.
 Diez años más tarde, en 1846, el cura de la iglesia de San Vicente D. Francisco de Paula, dio cuenta en un escrito al alcalde de unos efectos dados por unos feligreses de diversos materiales procedentes de la iglesia de Santa Ana y que conservaban en su casa: Me ha sido entregado por las hijas de (hoja rota) Bayo y á nombre de este los efectos que obraban en poder de este pertenecientes a la llamada Ermita (hoja rota) mejor se propiedad se podía titular asilo de mal-hechorespues pasé a reconocerla la encontré hecha una pozilga; los efectos entregados son: una cerradura (hoja rota), lámpara hecha pedazos, y varias ropas, todo lo cual he mandado guardar en la Sacristia de mi Parroquia. Claramente, la iglesia entraba en desuso, por eso un año antes, el 27 de mayo de 1845, las dos campanas de la iglesia fueron colocadas en la de San Vicente. 
Como dijimos al principio, la iglesia sobrevivió en estado ruinoso hasta después de la Guerra Civil. Actual­mente ocupa el espacio  “la casa del guarda”. De la iglesia sólo permanecen los nichos de la nobleza y la curia a 5 metros de profundidad. El palacio y sus alrededores pasaron a depender, hacia 1930, del Ministerio de la Gobernación para, posteriormente, pasar a ser hogar-escuela de Auxilio Social “Batalla del Jarama”. Fue inaugurado oficialmente por Dña. Carmen Polo de Franco y su hija el 4 de noviembre de 1946. En la actualidad es utilizado con fines públicos y educativos y depende de la Comunidad de Madrid. El palacio sigue en pie, pero la iglesia por desgracia ha pasado a formar parte del patrimonio destruido.
Javier Nájera Martinez y Luis Yuste Ricote.
Cronistas Oficiales de Paracuellos de Jarama.
Bibliografía:
- NÁJERA, J.; YUSTE, L. (2016): Historias de Paracuellos de Jarama. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama. Madrid.

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