Las huellas de las enfermedades en el urbanismo

      Probablemente estamos en el final de la segunda y la antesala de la tercera ola de infección del virus SARS COV 2, conocido como COVID19. Enfermedad para la que actualmente no existe una vacuna efectiva en el tiempo, ni tratamiento selectivo. La única forma de contención segura sigue siendo el distanciamiento social, como hemos comprobado en la primera mitad de este 2020. Junto al uso de mascarillas y lavado frecuente de manos, así como la responsabilidad personal hacen que podamos contener de alguna forma su propagación. 



            Las enfermedades infecciosas nos han acompañado desde el principio de los tiempos, pero no hemos sabido de la causa de estas hasta los últimos doscientos años. Ahora tenemos herramientas que permiten actuar sobre una enorme cantidad de microorganismos evitando su propagación. Algunos de ellos ha sido consecuencias de los cambios urbanísticos y arquitectónicos. A pesar del desconocimiento científico que ahora manejamos, en la protohistoria se empezaron a utilizar suelos con cal, que gracias a la actividad antimicrobiana del Calcio protegieron a los habitantes de las casas que lo utilizaron. El uso de la cal fue extensible a paredes, utilizada no solamente en las casas particulares, también se utiliza en grandes edificios dando lugar al conocido revoco a la madrileña.

Las infecciones bacterianas están presentes cuando se busca en la historiografía, Cólera (Vibrio cholerae), Tifus (Rickettsia typhi) o Peste (Yersinia pestis) son habituales. Estas dos últimas bacterias tienen el reservorio natural en ciertos invertebrados, trasmitiéndose en humanos que están en contacto estrecho con los animales. Esto ha sido característico en los hogares de las ciudades al final de la edad media. La parte inferior de las viviendas hacía las veces de granero, era habitual compartir estancia con los animales. Con el tiempo el espacio inferior se utilizó como negocio configurando la calle mayor de ciertos municipios. Esto desplazó los animales a los exteriores del casco urbano dando lugar a casas con un pequeño cobertizo para los animales, o en algunos municipios creando guarderías de ganado.

            La peste bubónica, probablemente, ha sido la enfermedad que más daño ha causado en distintas etapas históricas. Esta enfermedad llevó por delante a millones de almas de todas las condiciones sociales, a pesar de ello se ponía como culpables de la expansión de las enfermedades a los habitantes de los “barrios bajos”, es decir la población pobre. Lo cierto es que el hacinamiento favorece la trasmisión.  Son las clases altas las que, tras sufrir el fallecimiento de familiares, empezaron a ser comitentes de hospitales para pobres, ejemplos de estos siguen presentes en algunos municipios, como el Hospitalillo de San José de Getafe o el Hospital de Antezana de Alcalá de Henares.  Las primeras instalaciones hospitalarias son las casas de pobres e plagados, también conocidas como lazaretos, donde se atendían a los enfermos infecciosos. Los Hospitales de San Lázaro, se establecieron principalmente en los pueblos jacobeos, pero poco a poco fueron repartiéndose por toda Castilla, con presencia en Buitrago y Madrid.

            Paracuellos no fue un pueblo jacobeo, pero contaba con un hospital santiaguina al estar bajo la tutela de la Orden de Santiago. Los hospitales santiaguistas cumplían tres funciones básicas: hospicio para los mendigos, hostal para los peregrinos, atención para los enfermos y heridos. A estas personas se le proporcionaba donde dormir y calentarse, teniendo una sala común que se utilizaba en ocasiones como cama colectiva. A finales del siglo XV y comienzos del XVI se llevó a cabo en toda Europa una transformación de estas instituciones hospitalarias y hubo una tendencia a la desaparición de las más pequeñas, como fue nuestro caso. Las referencias del pequeño Hospital Santiaguista de Paracuellos cumple estás funciones desde la primera noticia de su existencia en 1511, hasta bien entrado el siglo XVII. Encontramos que, además de las camas para los enfermos, y especialmente para los pobres que eran llevados hasta el sanatorio por el pobrero, había camas reservadas a las religiosas. Del hospital santiaguista desconocemos la ubicación exacta ya que no ha quedado constancia de él, aunque fuese, como ocurre en otros lugares, con la típica calle del hospital. Los visitadores de la Orden dejaron escrito de nuestro hospital: Hacia la calle tiene una camarilla con una cama buena de un colchón y dos sábanas e una manta e dos almohadas en que acojen a religiosas. El hospital tenía propiedades para su mantenimiento y su mayordomo en 1524 era Juan de Felipe. 

 

Casa de la Encomienda. Ilustración de Norberto Calvo a partir del trabajo de María-Milagros Rivera Garretas

Casa de la Encomienda. Ilustración de Norberto Calvo a partir del trabajo de María-Milagros Rivera Garretas.


            La malaria o fiebres tercianas, es una enfermedad producida por Plasmodium maladiae, que junto con el Cólera, es una de las afecciones de los que más quebraderos de cabeza produjo durante la invasión napoleónica en Madrid. Tal es así, que encontramos documentación de peticiones a médicos de las poblaciones cercanas a Madrid, entre ellas la Villa de Paracuellos, sobre cuáles eran las principales enfermedades que se producían en ellas. Al encontrarse la presencia de fiebres tercianas, recomendaban la desecación de los lugares de encharcamiento constante, desapareciendo así charcas y pequeñas lagunas en los alrededores de estas poblaciones.

            Respecto a las enfermedades víricas, tenemos dos las más importantes a lo largo de la historia. La primera, es la que precisamente, se erradica gracias al descubrimiento de la primera vacuna. La Viruela, que aparece en Madrid produciendo verdaderos estragos a finales del siglo XIX. En las poblaciones que hay una incidencia epidémica mayor cambian totalmente sus condiciones higiénicas. Ya en el siglo XX aparece otra enfermedad vírica que diezma la demografía, la mal llamada Gripe española. Este virus hace su entrada triunfal en diciembre de 1918, pero no venía sola, la acompañaba la Viruela. Se calcula que entre 20 y 50 millones de personas murieron por la pandemia gripal. La mortalidad se centró sobre todo en jóvenes y personas sanas. Si miramos los censos de población de esos años, vemos como la muerte sesgó la vida de cientos de vecinos de la provincia de Madrid. Encontramos que, en las cercanías de Madrid, los municipios de Paracuellos de Jarama y Torrejón de Ardoz son los únicos que en la década de los años 10 a 20 del pasado siglo suben sus censos de población.  Probablemente se deba al cambio en los hábitos sanitarios de sus vecinos, al haber pasado la Viruela con gran intensidad poco antes de la Gripe española.

            El hacinamiento, no solamente en las casas, también en los barrios, facilita la trasmisión de microorganismos. Es en el siglo XV cuando Paracuellos traslada el núcleo poblacional desde la parte inferior del Castillo de Paracuellos de Jarama al actual enclave municipal, pues "el pueblo era muy enfermo". Probablemente el estar enclavado entre el castillo y los cerros perpendiculares a este, no dejaba una ventilación suficiente en sus calles. En el nuevo enclave sus calles se acercan al trazado hipodámico permitiendo la ventilación de estas, es probable que esto nos diera un “respiro” en la pandemia vírica gripal del siglo pasado, y sea partícipe en la poca incidencia del COVID 19. Su antiguo trazado unido el del ensanche en este siglo XIX, que se diseña con casas más espaciosas y calles con una anchura considerable, hace posible mantener una distancia social evitando facilitar contagios. 




            Como hemos visto a lo largo de este artículo, las enfermedades han ido actuando sobre casas, pueblos y ciudades madrileños. Cambiando, a la par que creando nuevos espacios. Vemos en la situación actual ciertos reflejos del pasado:  La ciudad de Madrid, así como Paracuellos peatonaliza ciertas calles para el mantenimiento de la distancia social, se construye espacios sanitarios como Hospital Isabel Zendal, y los barrios con más habitantes por metro cuadrado son los más afectados. 

            Sirva esta entrada como homenaje a todos los trabajadores sanitarios, que sobresaturados en el ejercicio de sus funciones ha luchado para mantener la salud a todos los vecinos. Centramos ese agradecimiento en el Centro de Salud de Paracuellos, que han sabido adaptarse para seguir dando servicio a los vecinos. No han podido tratarnos de la forma que quisieran, pero todos sus trabajadores han estado pendientes de los enfermos de este virus y otras dolencias. Gracias por cuidarnos este duro año 2020.

 

Luis Yuste Ricote y Javier Nájera Martínez.

Cronistas Oficiales de Paracuellos de Jarama.

 

Bibliografía:

-  ARRlZABALAGA, J. (2002):  La enfermedad y la asistencia hospitalaria. Historia de la ciencia y de la técnica en la corona de castilla, 1 Edad Media. Págs 603-629. Junta de Castilla y León.
-  CAÑEDO RODRÍGUEZ, M. (2012): La ciudad medicalizada: epidemias, doctores y barrios bajos en el Madrid moderno, Journal of Spanish Cultural Studies, 13:4, 372-407, DOI: 10.1080/14636204.2013.820008
-  NÁJERA, J.; YUSTE, L. (2016). Historia(s) de Paracuellos. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama, Madrid.
-  PORRAS GALLO, M. I. (1994): Una ciudad en crisis: la epidemia de gripe de 1918 19 en Madrid. Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid.
-  RIVERA GARRETAS, M.M. (1985): La encomienda, el priorato y la villa de Uclés en la Edad Media (1174-1310).CSIC.
- VV.AA. (2019). Brock. Biología de los microorganismos. Ediciones Pearson.



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