Grandes desgracias paracuellenses

             Son las que suceden a los vecinos cada cierto tiempo y que han supuesto grandes pérdidas económicas y materiales. La mayoría causadas por la fuerza de la naturaleza, pero también otras por la brutal naturaleza humana. A continuación, exponemos algunas de las que tenemos constancia.

            La que más daño causó sin duda a la economía local, fue la constante entrega de suministros a las tropas francesas y españolas en tránsito entre los años 1808 y 1814 que duró la guerra de independencia contra Napoleón. Estos suministros fueron muy variados, destacan la carne, el pan, vino, cebada, jabón, gallinas, queso, mantas, colchones, ollas y un largo etcétera. En resumen, todo lo que podía requisar. No fue hasta febrero de 1821, siete años después de acabada la guerra, que el Ayuntamiento hizo un balance general de los suministros aportados por todos los vecinos a las tropas: La Villa de Paracuellos tiene representados en esta Comisión de un cargo los estados y recibos de suministros ejecutados en los años desde 1808 a 1814 a tropas españolas y francesas (…) y para que sirva de resguardo, se practica la correspondiente liquidación de los que sean de legítimo abono se les da en documento. En esta relación también aparecían los llamados Bonos de guerra que las intendencias de los ejércitos daban a los pueblos a cambio de víveres. Aunque la realidad fue que la mayoría de estos pagarés nunca se cobraron, y mucho menos el resto de las incautaciones. En seguida vinieron otras guerras y otros problemas y, a pesar de las reclamaciones, esto pasó a formar parte de la historia. En términos redondos, el total que el Ayuntamiento estimó lo requisado y que nunca se pagó, fue la increíble cantidad de 1.236.170, 29. Reales.

            El convento de los Franciscanos Descalzos, que estaba situado en los márgenes del rio entre el actual Residencial Jarama y el Centro de Formación, Edificación y Obra Civil (popularmente conocido como PPO) es sin duda el mayor expolio de patrimonio del que tenemos constancia (sin olvidarnos del Castillo que fueron utilizadas sus piedras para la construcción de casas). El convento de Paracuellos había sido suprimido y posteriormente expoliado en 1809 durante la ocupación francesa, como así lo atestigua la carta fechada el 3 de septiembre de 1813 del comisionado de hacienda al alcalde de Paracuellos en la que le recriminaba el abandono del convento: Tengo entendido que el Convento de los Padres Franciscanos Descalzos de esa villa, está en un estado bastante ruinoso, y que varios sujetos han extraído teja y madera con el mayor abandono. Por esta razón encargo a Usted en nombre de la intendencia que hasta tanto que yo pueda pasar a esa, este a la mira, y evite qualquier extracción. Nada más acabada la guerra volvieron los frailes a ocuparlo porque Fernando VII suprimió todas las órdenes dadas por los franceses y el convento fue restaurado. Sin embargo, en 1821, el Ministerio de Gracia y Justicia dictó la Real Orden por la que el rey hizo una relación de los conventos que debían quedar existentes en la corte y demás pueblos de la provincia de Madrid; los que debían quedar suprimidos y en cuáles debían reunirse las comunidades de estos últimos. La alegría por la restauración sólo duró siete años: el 15 de marzo de 1821 le tocó ser suprimido definitivamente y sus frailes mandados a Madrid. A partir de ese momento entró en ruina el edificio e iglesia de San Luis y sin ninguna protección municipal, desapareció por completo en pocos años víctima del expolio.

Recordemos que el puente de piedra sobre el río Jarama se construyó en 1893. Antes había existido siempre una gran barca para cruzar el rio (hay constancia de ella desde 1523 aunque la suponemos más antigua). De tipo balsa anclada a ambos extremos con maromas y dirigida por un barquero. Barca que había que reparar con cierta frecuencia, pero también hubo que hacerla completamente nueva debido a las crecidas del rio. Tenemos constancia de dos de ellas como la ocurrida el 8 de junio de 1831, el alcalde regente D. Cosme Herreros, solicitó al intendente de la provincia la construcción de una nueva barca: A causa de haber desaparecido la que había, por la grande avenida de agua que ha traído el rio Jarama en la noche de 13 al 14 de Abril próximo pasado, y justificaba su no construcción por la falta de recursos municipales propios ya que se tenían que hacer frente a pagos más importantes como eran los destinados al cuerpo de Voluntarios Realistas y al maestro de Escuela. Otra fuerte tormenta nocturna, el 12 de agosto de 1836, provocó una nueva desaparición de la barca. D. Benito Barranco, arrendatario de la barca, fue llamado por el alcalde para prestar declaración de lo sucedido. Este aseguró que la amarró bien porque se avecinaba tormenta. Inmediatamente el alcalde mandó que se reconozcan las dos riberas del río hasta hallarla. Horas después la barca fue encontrada en los límites de esta villa de Quintana frente del mojón que los divide (…) está toda destrozada e inservible (Quintana esta al final de la actual urbanización, los Berrocales). Acto seguido se dio parte al señor gobernador de la provincia para que procediera a reponerla. Y una vez que las autoridades competentes dieron el visto bueno, se volvió a sacar por el Ayuntamiento su construcción por subasta pública en septiembre de ese mismo año por una cantidad de 14.200 Reales. 

La noche del 3 de octubre de 1865 unos ladrones pusieron patas arriba la iglesia. Parece ser que violentaron la cerradura de la puerta de la iglesia, se llevaron los vasos sagrados, alhajas y prendas de ornamentación. Al día siguiente la sacristía apareció con todo alborotado, los cajones tirados por el suelo incluso habían derribado el crucifijo ante el que se revisten los sacerdotes, y que al caer se le había roto un brazo. También intentaron robar en la casa del cura a altas horas de la noche, ya que oyó llamar a la puerta de su casa repetidas veces, pero no contestó porque por el rumor de las conversaciones y las pisadas de caballos en la calle, entendió que no venían con sanas intenciones. Según contaron los vecinos, los desalmados se llevaron también el santo óleo y las sagradas formas. Días más tarde, aparecieron algunas ropas que habían sido robadas de la iglesia, enterradas en las propiedades del vecino de Alcobendas D. Blas Ondategui, que las descubrió por casualidad cuando se engancharon en su arado. Posteriormente, encontraron en un campo de nuestro término municipal un incensario que se habían llevado los cacos. Nunca cogieron a los ladrones. La casa de Medinaceli junto con varios particulares hizo donativos para que la iglesia pudiera reponer todos los efectos que violentamente fueron sustraídos.

Aunque propensos los vecinos de Paracuellos a los excesos etílicos (pero de forma fina y elegante, de ahí el dicho popular: Los de Paracuellos deben el vino en porcelana) Siempre hemos tenido fama de buena gente entre los pueblos de la comarca. También hemos hecho gala de enorme generosidad cuando las circunstancias lo han requerido. Dos catástrofes naturales que no dejaron indiferentes a los paracuellenses ocurrieron en apenas un año. La primera de ellas, el 3 de junio de 1863 cuando se produjo el mayor terremoto que se recuerda en las Islas Filipinas, que por aquel entonces formaban parte de España. La ciudad de Manila sufrió las mayores consecuencias; cientos de edificios se destruyeron y miles de personas perecieron sepultadas bajo los escombros. El periódico la Gaceta de Madrid se hizo eco de la noticia y sirvió para concienciar la opinión pública. La falta de recursos del estado y de la propia isla para socorrer a las víctimas y reconstruir la ciudad se hizo evidente. Fue así como en pocos días se organizó en la península una junta de ayuda, auspiciada por el monarca, para promover el socorro a Manila. Una de sus medidas fue abrir una suscripción popular. El 29 de octubre de 1864 el secretario del Ayuntamiento de Paracuellos mandó la cantidad de 195 Reales. El otro suceso ocurrió un año después cuando, en los días 4 y 5 de noviembre de 1864, la ciudad de Valencia padeció los efectos de las inundaciones. Hubo cientos de damnificados por pérdidas de vidas humanas y daños en viviendas y cosechas. El 9 de mayo, el propio alcalde entregó en mano al oficial de negociado, D. Julio Vargas, la cantidad de 100 reales con las aportaciones de los vecinos.

Las tormentas de verano trajeron más de un disgusto a los paracuellenses, como la acontecida el 9 de julio de 1864, cuando a las tres y cuarto de la tarde descargó con el mayor furor una horrorosa tempestad de piedra, muchas del tamaño de naranjas regulares, y en general del tamaño de huevos de gallina. Duró solamente diez minutos y afectó a Paracuellos y Ajalvir, destruyendo casi por completo los sembrados que estaban sin segar, que eran trigo y garbanzos, así como las viñas y olivares. Una tercera parte de los tejados del municipio necesitaron reparación y, afortunadamente, no hubo que lamentar desgracias personales, aunque sí contusiones de consideración a los que no tuvieron oportunidad de resguardarse. El espectáculo posterior fue dantesco con infinidad de pájaros y caza muerta por nuestros campos.

En la noche del 7 de diciembre de 1865 se produjo el hundimiento de la casa fragua dependiente del Ayuntamiento. Al día siguiente se reunió la corporación para tomar las medidas necesarias porque se había arruinado en su totalidad. Se acordó recoger y custodiar los restos de madejas y teja útil del edificio conservándolos para su aplicación sucesiva en esta casa consistorial. Al tiempo que se puso cuatro días después en conocimiento del gobernador de la provincia para que repusiera el edificio. La fragua era un establecimiento vital para la supervivencia de la población pues en ella se hacían o se reparaban utensilios de labranza, herraduras para las caballerías, clavos, etc.

El 10 de septiembre de 1901 se produjo el incendio del pajar de D. Doroteo Bayo que estaba situado en la calle Real número 38 y que provocó que el Ayuntamiento abriera diligencias, ya que los rescoldos del fuego provocaron un nuevo incendio y la alarma entre los vecinos. Sobre las ocho de la mañana se empezaron a ver grandes llamas que quemaron en su totalidad el pajar. El alcalde mandó a los operarios municipales y a los vecinos voluntarios subir a los tejados de las casas colindantes para atajar la expansión del incendio. Después de titánicos esfuerzos quedó controlado el fuego. Se nombró una brigada de obreros que echaron toneladas de tierra sobre la paja incandescente que aparentemente quedó extinguido. Sobre las 9 de la mañana del día 16 y mientras se procedía a retirar los restos de los materiales de construcción, el fuego se avivó y se propagó provocando de nuevo la alarma. El alcalde D. Federico Mª Meco mostró su enfado y acusó a la brigada que, de haber actuado con negligencia en la retirada de la paja y arena, amenazándoles incluso con tomar medidas judiciales si se volvía a producir.

Durante la Guerra Civil española hubo un suceso que no está registrado ni catalogado, pero que nos hizo perder un patrimonio sacramental muy importante. Se trata de los destrozos y expolio de la Iglesia de San Vicente Mártir, causada por una veintena de jóvenes militantes de las Juventudes Socialistas y Comunistas Unificadas. Entre julio y agosto de 1936 la iglesia fue reconvertida en establo y en estancia para las tropas republicanas en tránsito. Lo que se perdió para siempre, el impresionante retablo del altar mayor. Aunque si existen referencias escritas a la belleza del altar, por desgracia no existe ni una sola imagen de cómo era. Nos han contado los mayores que el retablo fue quemado en la Plaza de la Constitución, y algunos vecinos decidieron salvar piezas poniendo en peligro sus vidas, escondiéndolas en casas de otros pueblos de la comarca. De las pocas cosas que se salvaron está la imagen de Nuestra Señora de la Ribera, que lleva en el municipio desde la construcción del Convento de los Franciscanos Descalzos en 1570. También se descolgaron las enormes campanas para hacer munición que provocaron grandes socavones en la plaza, incluidas las dos que el Duque de Medinaceli había cedido en 1845 de la derruida iglesia de Santa Ana. Por desgracia y a pesar de los esfuerzos de los feligreses, la iglesia nunca ha recuperado su anterior esplendor. 

En una fría madrugada del 30 de noviembre de 1961 ocurrió uno de los acontecimientos más desgraciados de la historia reciente de Paracuellos. Una gran riada se llevó por delante el único puente que nos comunicaba con “la civilización”. Cerca del medio día del 29 de noviembre, un chaval de unos 16 años llamado Santiago Nájera terminó su jordana laboral en la granja de pollos en la que trabajaba (hoy en día es el Residencial Jarama), se acercó al borde del puente con otros compañeros a ver la espectacular crecida del río. Al instante se percataron de que en la parte superior de los cinco arcos que configuraban el puente había una grieta de unos siete u ocho metros de largo. Avisaron al propietario del bar cercano Los Rosales de lo que habían visto y este llamó por teléfono a la Guardia Civil. La Benemérita cortó el tránsito de vehículos y los técnicos procedieron por la tarde al sellado de la grieta. A pesar de todo, esa misma noche el puente entero descansó en las profundidades del río, una gran crecida del caudal del río se lo llevó por delante. Y eso que el puente sólo tenía 84 años de antigüedad. Los mayores nos contaron que fue un derrumbe anunciado porque parece ser que una de las diversiones que tenían los niños en verano era cruzar los pilares del puente buceando, ya que no apoyaba en su totalidad sobre el lecho del río, había espacio suficiente como para pasar sin “riesgo”.

D. Santiago Nájera cruzando el puente sobre el Jarama.


Al día siguiente, el diario ABC se hizo eco de la noticia: En Paracuellos de Jarama, a consecuencia de las lluvias que durante varios días no han cesado de caer, la cimentación del puente enclavado en la carretera de Madrid se resintió ayer profundamente. La pareja de la Guardia Civil que estaba de servicio por las cercanías, ya avisada de la considerable crecida que había experimentado el Río Jarama, oyó casi perfectamente el ruido producido por la distensión de los materiales del puente. Con la máxima rapidez quedó cortada la circulación, tanto de vehículos como de peatones, por el citado puente.

El alcalde de Paracuellos ordenó que fueran puestas a salvo todas las personas que en las cercanías viven, aunque corrían relativo peligro, ya que las edificaciones se encuentran en un altozano, en donde hubiera sido difícil la llegada del agua.

En la madrugada se derrumbó el puente, y la impetuosidad de las aguas se llevó gran cantidad de materiales, incluso bloques de considerable tamaño. La inundación ha producido también cuantiosos daños en las huertas cercanas al río, pues todas ellas están completamente arrasadas. El pueblo de Paracuellos está aislado y sin agua potable. Ha quedado cortado el suministro de energía eléctrica y las líneas telefónicas. El Jarama continúa llevando gran cantidad de agua, pero debido a las medidas adoptadas con urgencia por los pueblos afectados es de esperar que no ocasione daños irreparables.

Y la pesadilla de los vecinos de Paracuellos empezó aquella noche. Durante cuatro largos años ir o venir de Madrid o del aeropuerto de Barajas, en el que entonces, al igual que hoy, trabajaban muchos vecinos, se convirtió en una odisea. Para hacernos una idea de lo que significó estar cuatro años sin puente, hemos de decir que los 500 vehículos que circulaban diariamente por él tuvieron que buscar rutas alternativas. Hasta los vecinos del pueblo de Barajas pasaron a llamar jocosamente a Paracuellos: la Isla perdida. Meses después pusieron una pasarela de madera que no permitía el paso de vehículos, pero si el tránsito de personas con bici o moto. Pero las desgracias que nunca vienen solas, hicieron que una nueva riada tumbara el puente peatonal. Fue entonces cuando el Ayuntamiento se acordó de los muchos siglos que había estado a su cargo una balsa para cruzar el río, y D. Crescencio Fernández, el tío Jaro, fue el barquero que se dedicaba a pasar a las personas en una pequeña barca de remos atada a ambos lados del río por una soga, hasta que estuvo dispuesta una nueva pasarela peatonal.


La comunicación con la capital que ya de por sí era muy deficiente, pasó a la categoría de penosa. La travesía era ahora mucho más larga pues había que llegar hasta el puente de Algete para atravesar el río Jarama. De estar a poco más de 19 kilómetros se pasó a los 40 kilómetros de rodeo. Uno de los más afectados fue D. Gregorio Muñoz, dueño de la empresa de transporte de autobuses de Paracuellos, que tuvo que suspender la regularidad de sus camionetas porque con las siete pesetas con cincuenta céntimos que costaba el trayecto, no cubría los costes mínimos de mantenimiento de su pequeña flota. Se vio obligado a reducir los viajes a uno por la mañana y otro por la noche. Los vecinos se las tuvieron que ingeniar para poder salir del pueblo. Por ejemplo, D. Doroteo Ramos que por aquel entonces conducía un camión en cuya parte trasera transportaba a los siete u ocho trabajadores de su empresa hasta Madrid. Los vecinos aprovecharon aquel transporte improvisado para desplazarse a sus trabajos, aunque algunos optaron por quedarse en pensiones en Madrid ya que no estaban dispuestos a pasar frío diariamente en la parte trasera de un camión. Según D. Gregorio Muñoz, por culpa del puente, más de treinta familias se trasladaron a vivir a la capital. En los meses de verano, cuando el nivel de las aguas descendía y asomaban las ruinas del puente caído, para ir a trabajar, los vecinos más jóvenes se atrevían a cruzar con la bici a cuestas hasta el otro extremo dando para ello saltos, de ruina en ruina, de piedra en piedra. Cuatro años sin puente hizo mucho daño a los vecinos de Paracuellos, los productos se encarecieron y a medida que pasaban los meses, cundió el desánimo y la desesperanza entre la población que veían impotentes como nadie se preocupaba por arreglar el puente.

Y hablando del río, en diciembre de 1989 una crecida importante inundó parte de la zona industrial. Hasta 100 empresas sufrieron daños materiales entre Paracuellos y San Fernando. La subida del caudal del Jarama fue provocada por la apertura de las compuertas de los embalses de la zona que no admitían más agua. El caudal del río subió hasta superar el metro de altura con lo que se tuvo que decretarse el estado de alerta. La carretera de Barajas se vio afectada por las aguas y la local MP-1311, en el mismo Paracuellos, tuvo que ser cortada por desprendimientos de piedras. En Panrico, una de las fábricas más importantes del municipio, quedo atrapado en el almacén un vigilante jurado que tuvo que ser rescatado por los bomberos al quedar aislado por la espectacular subida del nivel de las aguas. A propósito de esta empresa, el 27 de octubre de 1990, un fallo en el quemador de gas de una freidora que era utilizado habitualmente para producir los famosos donuts, causó un incendio que destruyó de madrugada una de las naves de la factoría. La actividad de la empresa estuvo parada durante un año, el tiempo que fue necesario para la reconstrucción. Mientras, los trabajadores tuvieron que ser reubicados en otras fábricas de la empresa.

 Pero no ha sido el único incendio que se ha producido en el polígono industrial, en septiembre de 1977 el fuego amenazó seriamente a Panrico, y ese mismo año, la fábrica de pinturas Sambara quedó prácticamente destruida, así como parte de un almacén de neumáticos, originando unas pérdidas de más de 50 millones de pesetas. El 7 de junio de 2009 el fuego acabó con una nave del polígono industrial dedicada a la imprenta y serigrafía, situada en la calle Canteras, en su extinción participaron diez dotaciones de bomberos. El 17 de julio de 2021 un incendio en una nave industrial que almacenaba pintura ardió completamente. El 30 de septiembre de 2022 salió ardiendo una nave industrial de 2.000 metros cuadrados que provocó una gran columna de humo debido a la cantidad de madera y enseres acumulados en la nave. Nueve dotaciones de bomberos fueron necesarias para apagarlo. Y la que creemos la última, hace apenas unos días; En la madrugada del 18 de diciembre de 2023 un gran incendio ha hecho arder tres naves industriales de una empresa de eventos en cuyo interior había diversos enseres como maderas, moquetas o decorados. Las naves abarcan una extensión de unos 5.000 metros cuadrados. Doce dotaciones de Bomberos de la Comunidad de Madrid fueron necesarias para apagarlo. 

Pero si hay algo más o menos habitual en los inviernos son las nevadas. Las de 2005 y 2006 dejaron atrapados a los vecinos durante muchas horas, hasta que las quitanieves consiguieron retirar el blanco manto que cubría nuestras calles y carreteras. Y como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, en las nevadas de los años venideros se repitieron los mismos errores. Las peores fueron las de 2009 y 2010, donde de nuevo nos quedamos incomunicados y cuando quisimos dar cuenta de la magnitud de las nevadas ya estábamos sufriendo las carencias de transportes alternativos como el metro o el tren de cercanías, que otros pueblos de la periferia o incluso más lejanos que el nuestros disfrutan. La marginación a la que está sometida nuestra población no es nueva, viene de tiempos inmemoriales. Madrid, tan cerca y tan lejos. Bien por nuestra realidad orográfica, bien por el río, o por la falta de puente, o por la barrera que supone la construcción del aeropuerto, o por la poca densidad de población, el caso es que los vecinos de Paracuellos no hemos sido agraciados nunca con infraestructuras de este tipo. Aunque todas estas nevadas se quedaron cortas con la denominada Filomena que ocurrió el 8 de enero de 2021 y que colapsó prácticamente todo el centro peninsular con más de 50 centímetros de nieve. Que hizo necesaria durante al menos una semana, constantes labores de limpieza de calles y reparación de árboles. Pero como le siguió una ola de frio, hizo que la nieve se congelase durando prácticamente un mes. Qué les vamos a contar que no sufrieran en sus carnes…


Calle Real tras la tormenta Filomena en enero de 2021

Si lo típico en invierno son las nevadas, en verano son los incendios. Varias veces han tenido que intervenir en época estival los bomberos de la Comunidad de Madrid cuando los campos de Paracuellos cambian el verde por el amarillo doloroso. Antes de construirse Miramadrid, curiosamente en la superficie que hoy ocupa la ampliación de Paracuellos, un incendió arraso los alrededores del hoy casco histórico. Ocurrió en 1997 y fue sofocado gracias a los bomberos y a los vecinos del municipio. En junio de 2006 fueron 3 los incendios producidos en el término municipal; el primero el 1 de junio en Altos de Jarama, donde el fuego amenazó las viviendas de varios vecinos; el segundo en las fiestas patronales, provocado por los fuegos artificiales; y el tercero, el lunes 27 de junio de madrugada; provocado por una colilla que amenazó la sala escolar del colegio Virgen de la Ribera. En junio de 2009 se produjo un incendio en varias viviendas situadas en la confluencia de las calles Cáceres y Madrid con Chorrillo Alta. La rápida actuación de los vecinos, policía local, y protección civil, evitaron que el fuego se extendiera al interior de las viviendas. El 1 de septiembre de 2008 los residentes de tres chalés de Paracuellos fueron desalojados como consecuencia de un incendio en el que resultaron heridos leves por intoxicación de humo dos vecinos y un policía local. Pero no fue el único de ese año, el 9 de junio de 2009 un pequeño incendio que fue rápidamente sofocado por agentes de la policía local, se produjo junto a la escuela infantil y parte trasera del edificio donde se encuentra ubicada una antena de telefonía. Por fortuna el centro escolar se encontraba ya vacío. A raíz de estos hechos, todos los años nuestros hijos hacen un simulacro de desalojo. El 5 de agosto de 2009 en plenas vacaciones de muchos paracuellenses, se produjo un incendio cerca de los huertos. El fuego empezó a subir monte arriba hacia el sector uno de Miramadrid. Después del aviso a los bomberos, se desalojó la piscina municipal con la intención de que los helicópteros pudieran repostar agua. Al incendio acudieron cuatro helicópteros mas otro de supervisión junto con tres camiones bomba. Gracias a una perfecta coordinación, el incendio fue rápidamente controlado a pesar del fuerte viento que soplaba en esos momentos de 36 Km/h. De todos modos y como prevención se quedó un retén toda la noche de guardia. El 6 de marzo de 2012 el fuego se produjo en un ático de la avenida de Valdediego y fue controlado por dos camiones de bomberos. El último ha sido en Belvis, se inició en la media noche del sábado 21 de julio, tras el espectáculo de fuegos artificiales. El incendió comenzó cinco minutos después de la media noche en el margen derecho de la carretera M-111. Poco después se avivó otro foco en una de las parcelas aledañas. Gracias a la rápida intervención de los cuerpos presentes: agentes forestales de la Comunidad de Madrid, Servicio de Emergencias Mancomunado (SEM) y voluntarios de la agrupación de Protección Civil de Paracuellos, se pudo controlar el primer conato, pasando inmediatamente al otro foco para su posterior extinción sobre las 2:00 horas, prolongándose las tareas de refresco y prevención de la zona hasta las 4:00 horas. El 1 de agosto de 2012 una colilla tirada desde un vehiculo provocó un pequeño incendio a la entrada de Paracuellos desde la M-50, que fue sofocado rápidamente por los bomberos. Y por si esto no fuera suficiente, de vez en cuando tenemos que sufrir la quema de contenedores a lo largo y ancho del municipio.

Pero como de todo se aprende, desde hace ya un tiempo los diferentes gobiernos municipales vienen tomando conciencia de la importancia de dotar al municipio de mecanismos y dotaciones para evitar, minimizar o ayudar en este tipo situaciones. Actualmente contamos con un completo servicio de Protección Civil dotado de ambulancia, varios todoterrenos que se les puede aplicar un remolque con bomba de agua de alta presión o una quitanieves. Además, de la distribución gratuita de sal en diferentes partes del municipio. Aprendiendo de ese pasado para afrontar el presente.

Javier Nájera Martínez y Luis Yuste Ricote.

Cronistas oficiales de Paracuellos de Jarama.

Bibliografía:

 - NÁJERA, J. & YUSTE, L. (2016). Historias de Paracuellos de Jarama. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama, Madrid.

Comentarios

Entradas Populares